
El Papa contra las guerras
A los 88 años y tras 12 de papado
Murió Francisco, un Papa contra las guerras, por la ecología y a favor de los pobres
Falleció a las 7.35, hora de Roma en su residencia de la Casa Santa Marta, informó el Vaticano. Había retomado su actividad.

“La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo. Es un nuevo inicio”, escribió el papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, en un texto inédito difundido por medios italianos y que adquiere una carga especial tras su muerte.
El texto, fechado el pasado 7 de febrero, es una meditación personal del pontífice sobre el sentido de la vejez, el valor de la experiencia y la esperanza cristiana en la vida eterna, escrita semanas antes de ser internado por una neumonía bilateral, dolencia por la que estuvo hospitalizado durante 38 días, hasta el 23 de marzo. En sus líneas, Francisco reflexionó con profundidad sobre su etapa vital, entrelazando su propia experiencia con el pensamiento de su “querido hermano en el episcopado”
En un pasaje especialmente significativo, Francisco reivindicó el uso del término “viejo”, el mismo que Scola utiliza para describirse. “No debemos tener miedo de aceptar el envejecimiento, porque la vida es vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas. Devolverle el orgullo a un término que con demasiada frecuencia se considera malsano es un gesto que debemos agradecer al cardenal Scola”, escribió. “Decir ‘viejo’ no significa ‘ser desechado’, como a veces nos hace pensar una cultura degradada del descarte”, añadió, en una crítica directa a los valores dominantes. “Decir viejo, en cambio, significa decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud… ¡Valores que necesitamos desesperadamente!”.
El papa también abordó el papel de los abuelos en las sociedades contemporáneas, insistiendo en su importancia para el desarrollo integral de los jóvenes. “El papel de los abuelos es de importancia fundamental para el desarrollo equilibrado de los jóvenes y, en última instancia, para una sociedad más pacífica, porque su ejemplo, sus palabras, su sabiduría pueden inculcar en los más jóvenes una visión de largo plazo, la memoria del pasado y el anclaje en valores que perduren”, señaló.
La dimensión espiritual ocupa un lugar central en el texto. Francisco elogió las palabras de Scola sobre el sufrimiento y la muerte, que definió como “joyas preciosas de fe y de esperanza”. Mencionó como referencias teológicas las obras de Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger, dos figuras que marcaron su pensamiento. Aseguró que el texto nace no solo del intelecto, sino también “del afecto”, porque “el cristianismo no es tanto una acción intelectual o una elección moral, sino más bien el afecto a una Persona, ese Cristo que vino a nuestro encuentro”.
La carta cierra con una imagen cargada de simbolismo. Francisco evocó el momento en que se revistió con el hábito papal en la Capilla Sixtina, en marzo de 2013, y expresó su deseo de volver a abrazar “con gran estima y afecto” al cardenal Scola. “Ahora, ambos, más viejos que aquel día (…) pero siempre unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso que nos ofrece vida y esperanza a cualquier edad de nuestra vida”.